por Macarena Urenda S.
Para las personas que hoy somos adultos nos resulta más que evidente que el mundo en que viven nuestros hijos indudablemente no es el mismo en el que nosotros crecimos. El mundo de hoy es distinto, complejo y se caracteriza por un cambio tan vertiginoso que en ocasiones, a pesar de vivir en él, nos resulta difícil de asumir y comprender, ya que tiene variables que no manejamos y a veces incluso, no conocemos.
Para entender ello baste un ejemplo; Cuando nosotros éramos niños, el peligro estaba generalmente en la calle y no al interior de nuestros hogares. Es por ello que, salvo accidentes caseros o situaciones muy excepcionales, nuestros padres se sentían seguros cuando salían y nos dejaban al cuidado de alguien responsable. Hoy día esto ha cambiado drásticamente. El peligro ha entrado a nuestras casas y lo ha hecho por la puerta principal ingresando a las habitaciones de nuestros niños. ¿Cómo ha sucedido esto? A través de las tecnología de comunicación.
Hay que reconocer primero que la tecnología al invadir nuestras vidas, nos ha dotado de muchas herramientas de trabajo y comunicación que permiten tener más tiempo, comunicarnos a distancia y en general hacer que nuestras actividades cotidianas sean más eficientes. Pero tal vez por esas mismas razones, hemos pasado por alto cómo el uso indiscriminado de ésta puede afectar a nuestros hijos. Y no me refiero aquí a lo que podríamos llamar la utilización excesiva de internet o las horas que se restan al estudio, al deporte o al descanso de los niños. No es eso. Al afirmar esto no quiero parecer como alguien que se opone a la tecnología porque no es así. Tampoco soy de las que cree que todo tiempo pasado fue mejor y que debemos rechazar lo nuevo porque es negativo. Lo que sí creo es que debemos prepararnos y conocer cómo funciona el mundo en el que están creciendo nuestros hijos para así poder ayudarlos a desenvolverse mejor en éste.
En el caso de la tecnología, la considero una herramienta utilísima que nos proporciona muchas formas de ayudar al buen desarrollo y educación de nuestros hijos. Pero, a través de ella, además de aspectos positivos para el desarrollo intelectual y la motivación por el conocimiento, los niños pueden aprender cosas para los cuales no están preparados, hacer amistades cuyas intenciones no son positivas, ser inducidos a hacer cosas negativas, ser discriminados, abusados, robados o maltratados. Todo esto sin que nos enteremos. O que lo hagamos cuando sea muy tarde. Las invito a informarse acerca del tema, a conversarlo en familia y a estar atentas.