lunes, 23 de septiembre de 2013

Liderazgo Femenino

Macarena Urenda Salamanca


Asistí hace algunos días al XI  Encuentro de Mujeres en el Chile de hoy: “El Mundo  del trabajo y sus desafíos” organizado por la Cámara Regional de Comercio de Valparaíso y fue muy grato comprobar una vez más el enorme interés que despierta en las mujeres los temas que las convocan. Frente a un auditorio lleno,  los expositores,  cuatro mujeres y un hombre,  expusieron desde distintas miradas los avances y desafíos que enfrenta la  mujer chilena de hoy al tratar de conciliar el mundo de la familia con el del trabajo. En sus relatos mostraron las dificultades, las contradicciones,  los avances y también los desafíos a resolver y todos coincidieron que si bien ha  habido progreso,   queda todavía un gran camino por recorrer.

De los temas que allí se analizaron, todos muy interesantes y sugerentes,   sólo me voy a referir a uno que  capturó mi atención porque creo que no ha sido lo suficientemente analizado aunque  una mirada más detenida   revela que es un gran dilema a resolver;  la poca participación de las mujeres en los puestos de poder. Si uno analiza los datos,  son  evidentes los progresos de la mujer en el acceso a la educación y al mundo del  trabajo. Sin embargo al revisar  más detenidamente esas cifras,  la pregunta que viene es por qué las mujeres no ocupamos  los puestos gerenciales o de poder o lo hacemos en un porcentaje mínimo. Para responder esto existen  muchas hipótesis, algunas de ellas las he planteado  en columnas anteriores, pero me parece novedosa   la que plantea Shery Sandberg, citada por una de las panelistas que asistieron al encuentro,  en su libro “Vayamos adelante”.  En ese libro, que escribió luego de una vida profesional muy exitosa en la que pudo  interactuar  con muchas otras mujeres  y observar de cerca su conducta profesional,    Sandberg   sostiene que las mujeres profesionales muchas veces nos autoboicoteamos  lo que  nos impide avanzar hacia puestos más altos. En la vida profesional un  ejemplo que ilustra este fenómeno es que  muchas veces  nos cuesta sacar la voz y participar más activamente en las decisiones de la empresa.    Paralelamente en  nuestra  vida doméstica,  la mayoría asumimos que, aunque trabajemos fuera del hogar al igual que nuestra pareja, somos nosotras las responsables de  que la casa funcione.  Esta actitud de boicot produce entre otras consecuencias que vivamos lo que se conoce como una doble carga,  ya que nos sentimos responsables en el trabajo donde a veces aunque lo hagamos muy bien,  no logramos brillar  pero además,  luego de una larga jornada de trabajo  cuando llegamos a la casa  nos hacemos cargo de las tareas domésticas y de los hijos. La autora, en una reciente entrevista concedida a la revista “Ya” afirma que esto se debe a que el estereotipo de la mujer  es que debe ser responsable de cuidar a los demás y no la alientan a liderar. Si lo hace es considerada “mandona” lo que nosotros en Chile podríamos asociar  a una “bruja”  o  al menos a una mujer agresiva.

Este libro ha despertado mucha polémica ya que por un lado se acusa a la autora a poner en las mujeres la responsabilidad de sus  dificultades actuales  y no al entorno. Pero también ha despertado muchas reflexiones y varias mujeres se declaran  admiradoras de la autora.   A mí lo que me parece más valioso es que aporta otra  visión que puede contribuir  a  que las mujeres sigamos cada vez más en un camino de desarrollo profesional y personal exitoso ya que el mundo de hoy requiere más que nunca,  en todas las estructuras de poder, del aporte femenino 

No hay comentarios:

Publicar un comentario