martes, 6 de agosto de 2013

Reflexiones acerca de la Madurez

Macarena Urenda Salamanca

No sé si será porque hace poco perdí a mi padre,  pero últimamente me ha estado dando vueltas en  la cabeza el tema de la madurez. Suele decirse que el ser humano madura definitivamente, cuando lo hace, luego de perder a su padre. No  tengo la certeza de que esto sea verdad,  pero lo cierto es que ante tamaño dolor,  una se  plantea  muchas cosas en un esfuerzo por recobrar el equilibrio perdido  y de alguna manera se hace consciente de que,  ahora sí que sí, uno es  definitivamente la responsable de lo que le sucede y de lo que le sucederá en el futuro.

 Porque el  reconocer que la vida de una persona depende en gran parte de ella misma,    está directamente relacionado  con la madurez, ya que ésta,  según los psicólogos, es el momento en que una persona asume que si algo sale bien o mal en su vida, es sólo la consecuencia de sus propias acciones. En otras palabras: es el momento en que una persona es capaz de tomar las mejores decisiones posibles pensando más en el beneficio de largo plazo que en lo inmediato.

 Cómo es obvio, la madurez no es para todos igual,  aunque la mayoría logra ese proceso de manera progresiva desde  los 30 años en adelante y a partir, de acuerdo a los especialistas,  de tres condiciones imprescindibles:

-      Primero, el cerebro, la máquina que permite toda nuestra vida emocional, debe haber finalizado su maduración, algo que nunca ocurre antes de los 25 años.

-     Segundo, la persona se debe haber enfrentado a experiencias no traumáticas, pero sí poderosas y capaces de cambiar la perspectiva, como el fracaso. Como dice Marcela Lechuga en su libro “Así es la vida”. “No se nace con recursos de afrontamiento Estos se desarrollan a lo largo de la vida, en la continua interacción entre nosotros y el medio ambiente, que se conoce como la 'experiencia de estress' Por eso es tan importante aprende a utilizar esos recursos valiente y decididamente como factores que facilitan el ajuste y la adaptación funcional de la vida misma”.

-      Tercero, debe haber alcanzado la autonomía en tres sectores claves: emocional, moral y económico. Lo anterior  significa tener la habilidad de sentir y pensar por una misma resistiendo las presiones sociales y ser capaz de ser económicamente independiente y de manejar el dinero de modo racional.

La madurez es un camino que uno recorre a  veces sola  y a veces  acompañada.  Ese camino siempre se puede volver a recorrer en la medida en que  seamos capaces de recordar y reconocer en nuestra historia personal tantas experiencias que en el momento  fueron difíciles  pero nos permitieron avanzar y poder reconocernos hoy día como las mujeres adultas que ya somos.

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