Asistí hace algunos días al
XI Encuentro de Mujeres en el Chile de
hoy: “El Mundo del trabajo y sus
desafíos” organizado por la Cámara Regional de Comercio de Valparaíso y fue muy
grato comprobar una vez más el enorme interés que despierta en las mujeres los
temas que las convocan. Frente a un auditorio lleno, los expositores, cuatro mujeres y un hombre, expusieron desde distintas miradas los
avances y desafíos que enfrenta la mujer
chilena de hoy al tratar de conciliar el mundo de la familia con el del
trabajo. En sus relatos mostraron las dificultades, las contradicciones, los avances y también los desafíos a resolver
y todos coincidieron que si bien ha habido
progreso, queda todavía un gran camino por recorrer.
De los temas que allí se analizaron,
todos muy interesantes y sugerentes, sólo me voy a referir a uno que capturó mi atención porque creo que no ha
sido lo suficientemente analizado aunque una mirada más detenida revela
que es un gran dilema a resolver; la
poca participación de las mujeres en los puestos de poder. Si uno analiza los
datos, son evidentes los progresos de la mujer en el
acceso a la educación y al mundo del trabajo. Sin embargo al revisar más detenidamente esas cifras, la pregunta que viene es por qué las mujeres
no ocupamos los puestos gerenciales o de
poder o lo hacemos en un porcentaje mínimo. Para responder esto existen muchas hipótesis, algunas de ellas las he
planteado en columnas anteriores, pero
me parece novedosa la que
plantea Shery Sandberg, citada por una de las panelistas que asistieron al
encuentro, en su libro “Vayamos
adelante”. En ese libro, que escribió
luego de una vida profesional muy exitosa en la que pudo interactuar con muchas otras mujeres y observar de cerca su conducta
profesional, Sandberg
sostiene que las mujeres
profesionales muchas veces nos autoboicoteamos
lo que nos impide avanzar hacia
puestos más altos. En la vida profesional un
ejemplo que ilustra este fenómeno es que
muchas veces nos cuesta sacar la
voz y participar más activamente en las decisiones de la empresa. Paralelamente en nuestra vida doméstica, la mayoría asumimos que, aunque trabajemos
fuera del hogar al igual que nuestra
pareja, somos nosotras las responsables de que la casa funcione. Esta actitud de boicot produce entre otras consecuencias
que vivamos lo que se conoce como una doble carga, ya que nos sentimos responsables en el trabajo
donde a veces aunque lo hagamos muy bien,
no logramos brillar pero además, luego de una larga jornada de trabajo cuando llegamos a la casa nos hacemos cargo de las tareas domésticas y
de los hijos. La autora, en una reciente entrevista concedida a la revista “Ya”
afirma que esto se debe a que el estereotipo de la mujer es que debe ser responsable de cuidar a los
demás y no la alientan a liderar. Si lo hace es considerada “mandona” lo que
nosotros en Chile podríamos asociar a
una “bruja” o al menos a una mujer agresiva.
Este libro ha despertado mucha
polémica ya que por un lado se acusa a la autora a poner en las mujeres la
responsabilidad de sus dificultades actuales y no al entorno. Pero también ha despertado
muchas reflexiones y varias mujeres se declaran admiradoras de la autora. A mí lo que me parece más valioso es que
aporta otra visión que puede
contribuir a que las mujeres sigamos cada vez más en un
camino de desarrollo profesional y personal exitoso ya que el mundo de hoy
requiere más que nunca, en todas las estructuras de poder, del aporte femenino